Proyecto Kilela Balanda (República Democrática del Congo)

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lunes, 1 de octubre de 2012

4ª Entrega del viaje de Tino



17 de septiembre
Ayer hemos probado una tortilla de los huevos en polvo made in Spain. Les hizo mucha gracia verlo pero el resultado no estuvo mal. Una mezcla de cebolla frita, huevos liofilizados y un poco de Corned-beef  suponen un buen acompañamiento para unas patatas cocidas. Si además se tiene un poco de Ketchup, puede ser hasta una suculenta cena de domingo.
Hoy ha tocado  ordenar y limpiar la habitación además de un poco de bricolaje con los cables y las bombillas de bajo consumo que he traído conmigo. Es una maravilla  accionar el interruptor  y tener luz en estas noches tan oscuras.
Seguimos teniendo sin resolver de manera definitiva y aceptable el abastecimiento de agua del hospital. La bomba estaba colocada de cualquier manera  y con unas cuantas fugas en el circuito y en el aljibe.  No obstante el hospital tiene agua. Mañana  quedará completada la instalación.

Por la tarde he ido a visitar la familia de Romain Kyakupewa, el enfermero que falleció el mes de agosto a causa de un accidente de moto. Ayer al terminar la misa se acercó su viuda a saludarme. Una mujer muy joven, 22-24 años, que se ha quedado con tres niños y embarazada de seis meses. Hoy les he visto a todos: una niña de seis años, un niño de cuatro y otro de dos. Ese el ritmo del nacimiento de los hijos entre los Kaonde. La media nacional es de 7 hijos por mujer. Hemos quedado en que mañana pasará por aquí con los tres niños.  
Al regreso me acompañó el padre de Kyakupewa y atravesamos el cementerio después de ver donde le enterraron. El cementerio es un lugar más en la sabana arbolada, sin delimitación alguna,  todo lleno de arbustos. En la época de lluvias cuando la hierba esté alta  será imposible saber donde comienza y donde termina. Ahora ha pasado el fuego y pueden verse los enterramientos bien diferenciados de los adultos y los niños. Muchas, muchísimas tumbas de niños; se puede emocionar uno viendo las rústicas cruces de madera chamuscadas por el fuego. Destacaban dos cruces pequeñas, sobre las tumbas de dos niños, que habían sido recortadas de una chapa de un  bidón.  Hasta en la muerte es visible la miseria.
Visitando la familia se acercaron unos cuantos niños. El diferente color de la piel no deja de ser un atractivo para los más pequeños que se acercan con la mano extendida para saludar. Una vez  más te penetra la dureza de la miseria: La ropa, el calzado (cuando lo tienen), algunos vientres y pómulos hinchados que delatan una alimentación muy insuficiente, la suciedad, la escasez del agua, la tiña en muchas cabezas, los matakanyas en los pies… … y a pesar de todo, esa sonrisa que brota de su inocencia. Todo un cruce de sentimientos y de preguntas sin respuesta. Un estímulo para continuar.
Al despedirme el padre me dijo que esta noche se iba de caza y que mañana comeríamos todos carne.

Hoy he pasado también por el hospital y había una mujer, también muy joven con  trillizos. Que imagen tan bonita los tres en la misma cama. Lo he encontrado tan limpio como siempre. El médico por ahora está comiendo aquí todos los días. Es un chico soltero que todavía no tiene un alojamiento definitivo.  




18 de septiembre
La vida comienza muy temprano. Hacia las 5,15 empieza alborear el día y los pájaros entonan sus primeros cantos en el mango enfrente de la casa. A esa hora  los gallos se desgañitan porfiando quien lo hace peor y más alto. Al concierto se unen los berreos de las cabras que viven en libertad. A las 5,30 suena el raíl que hace  de campana para llamar a la misa que comienza a las seis; todavía es de noche en la iglesia, que se va clareando, hasta que al final   entra el sol por las ventanas orientadas al punto de su nacimiento. Son los sonidos diarios del amanecer, después de una noche en la que el único sonido perceptible es el del viento en las copas de los árboles. A las 9,30 sorprende mirar el reloj y constatar la hora cuando ya llevamos 4 horas de pié.
El padre de Kyakupewa ha cumplido su promesa y ha venido con un buen trozo de carne fresca de la kashya que ha cazado. “Un disparo y una pieza” decía muy satisfecho. En su juventud fue soldado de la gendarmería cuando en 1960, a los 11 días de la independencia del Congo, la provincia de Katanga proclamó la suya propia. Fue uno más de los múltiples desastres iniciales del Congo post-colonial, que no han terminado todavía. Ayer en el cementerio decía que la gente no vuelve nunca a visitar las tumbas  porque tiene miedo: “Yo fui soldado, ¿Qué se puede temer del polvo en el que nos convertimos?

La temperatura es muy agradable; sopla, cómo no, el viento casi permanente del Este que cuando acabe rolando al sureste traerá la humedad del océano Índico a partir del canal de Mozambique y caerán las lluvias. Es el tiempo de suspirar por ellas para apagar el polvo y limpiar la atmosfera. Volverán así los cielos azules con los cúmulos nimbos que desencadenan las tormentas tropicales.

Ha venido el director de la escuela primaria, Kamvwi wa Mamvula, para preparar la reunión con los maestros con el fin de definir las pautas a seguir con la formación permanente que se pretende implantar a partir de este año. Un complejo proyecto cuya financiación estamos esperando para arrancarlo. El director es un hombre que estuvo en el internado de chicos  entre 1969 y 1975  y suspira por su reapertura. Goza de mucho prestigio entre su gente.
  
Cerca del hospital he encontrado a Madeleine y su tía. Me ha preguntado si la reconocía; “es la hija de Mama Hilde” me ha dicho su tía. Una historia conmovedora ligada a la muerte de los bebés y de tantas mujeres en el parto: una mujer que hace casi 40 años acababa de perder a su bebé y amamantó la niña de su hermana que en aquellos mismos días murió en el parto de esa niña. Su relación es la de madre e hija porque siempre se las ve juntas. Magda pudo salvar la vida de la recién nacida pero llegó demasiado tarde para salvar  la de la  madre. Por eso le atribuyen una parte de la maternidad de la niña. Algo les quedó a todas porque también Magda  pregunta siempre por Madeleine.
Hacia las cuatro de la tarde encendieron el grupo electrógeno del hospital. Como sigo teniendo la capacidad de distinguir desde lejos ruidos mezclados, me llegó el sonido del motor hasta la casa y me fui inmediatamente pensando en la cesárea del mes de abril, pero lo habían encendido para hacer ecografías.
Nadie sabe nada de aquella mujer y aquel niñito que habían llegado en una moto desde Mwabesa, a 70 Km., porque no podía parirlo sin ayuda y se le hizo una cesárea. Fue una noche inolvidable. Ya me gustaría volver a verlos.

Ha vuelto el silencio de la noche. Hemos cenado a las ocho y tanto el médico como Kafrigel se han ido a dormir inmediatamente. Lo único que se oye el ventilador del portátil.  Sólo queda apagarlo y dormir.


19 de septiembre
El aire es cálido pero no caliente. Es  este viento adorable de Kilela el que mantiene la diferencia. Si dejara de soplar pasaría como en Lubumbashi: habríamos entrado en los calores pegajosos que preceden la estación de lluvias.
Ayer por la tarde llegó Laurent, el director del BDOM. A parte de su sonrisa y la bondad que transpira nos trajo pan fresco para varios días. Aquí es algo que siempre se agradece aunque nunca falta algo para desayunar bien.
Ha venido para puntualizar unas cuantas cosas con el hospital. El despido de Pita, la muerte de Kyakupewa y la ausencia de Honoré se dejan sentir muy duramente sobre el personal sanitario. Joseph Mbaita es el único diplomado presente actualmente. Al pasar por Likasi Laurent estuvo con Honoré y con su formador. La impresión es que aprovecha el tiempo y asimila muy bien lo que esta aprendiendo. A finales de Octubre el hospital de Kilela dispondrá de un técnico de Laboratorio suficientemente formado.
Cuando les pedí un informe de la actividad de los últimos 11 meses creo que se asustaron un poco y preguntaron si Bierzo Ayuda iba a condicionar la colaboración económica a los resultados. También les he solicitado un informe aparte sobre los análisis de laboratorio durante ese mismo tiempo, tal como lo habíais sugerido en la última reunión de agosto.   Hemos tenido una reunión muy larga que Laurent traía muy bien preparada. Se abordaron aspectos muy interesantes sobre la relación del hospital con el pueblo. El tema de la educación para la salud creo que está muy claro en la mente del nuevo médico, Paul Kasongo Kasukila. Es un hombre  joven con ganas de trabajar y con mucho interés. Creo que el apoyo que todos le hemos prestado estos días le ha venido muy bien, porque hace falta valor para venir de Lubumbashi como médico a Kilela Balanda. Por supuesto, quedó claro que el apoyo de B. Ayuda continúa como mínimo los próximos doce meses. Laurent disfruta con el apoyo que se les está prestando. Siempre tan sencillo y humilde, sabe muy bien lo que trae entre manos.

La base para la nueva cisterna del hospital está terminada, sólo queda que mañana o el viernes llegue el camión con ella desde Lubumbashi. Hoy están trabajando aquí en la esquina de la casa al lado del salón, construyendo también una base para una cisterna de 2500 litros para recoger las aguas pluviales. Todavía colocar otra de cinco mil para el internado y en la época de lluvias no será necesario utilizar la bomba para tener agua. Vistos los resultados del año pasado y este mismo, al final será necesario declarar el mes de septiembre como el mes del agua en Kilela. Esta mañana al salir de misa, eso quiere decir muy temprano, vinieron dos de los propietarios de los pozos para pedir un poco de cemento para construir el brocal. Por la tarde me ha dicho el responsable de IRC que tienen en proyecto excavar de inmediato dos pozos de barrena en Kamikolo. Es una gran noticia porque el agua es allí un problema muy grande. Nos han quitado de encima la gran pesadilla con la que nos quedamos en abril cuando visitamos el manantial con Arancha y Ángeles. Avanzamos lentamente pero vamos consiguiendo pequeñas cosas que mejoran la vida de unos cuantos.
Laurent se ha ido y pensé en darle el pincho que me queda con lo que os voy contando, pero es prudente esperar la vuelta del camión con el otro que se llevaron el lunes a Likasi. Todavía me quedan aquí muchos días y existe el riesgo de que se haya perdido en la baraúnda que viajaba sobre él. Vi como entraban cinco personas en la cabina.
Todos los días disfruto viendo  los trabajos del internado; no acabo de creerme el cambio que se está operando. Era un desafío poder rehabilitarlo. Todavía no se ha terminado y ya estamos ante otro quizás más complicado: llenarlo de chicos y mantenerlo. Es preferible disfrutar de este gratificante presente y dejar lo otro para el año próximo. 
Otra vez son las cinco y la tarde cae dulcemente. Ya es el cuarto creciente y  la luz de la incipiente luna atenúa la dureza de la oscuridad  de la noche, pero eso quiere decir que el tiempo pasa rápido. Yo tenía calculado que me iría de Kilela con la luna llena. El viento, la luna, las estrellas, el sol, las nubes, la lluvia… marcan el paso de los días y las estaciones. Realmente vivimos en un lugar muy apartado donde la naturaleza  marca el ritmo de la vida y también de los sentimientos.    




20 de septiembre

Ha llegado el camión con las dos cisternas y poco más; ocupaban toda la caja. Los dos pedestales para colocarlas están terminados. También ha traído los accesorios para terminar definitivamente la instalación de la bomba del hospital.
A la tres de la mañana me despertó un picor inconfundible en la planta del pie izquierdo, la mordedura de un ditakanya , un insecto apenas visible que se incrusta debajo de la piel para reproducirse y cuando se hace sentir  ya es una bolsita llena de huevos listos todos para eclosionar. Hacen estragos en la punta de los dedos de los pies de los niños pequeños. Me pregunto como pudo llegar hasta la planta del pie cuando calzo botas permanentemente precisamente para evitarlos. Debió de quedarse agazapado  en la bota en el mes de abril, dentro del baúl metálico que tengo aquí permanentemente con algunas cosas, para vengarse ahora.
Esta mañana ha vuelto el padre de Kyakupewa con una kashya , uno de los antílopes que viven en la sabana. Lo mató por la noche y nos lo trajo sin desollar. Eso quiere decir que hemos comido carne fresca. He dado una larga vuelta por el pueblo en dirección  hacia Likasi. Estuve viendo la hermosa  fuente de los japoneses con sus dos caños. Ha disminuido un poco el caudal debido a lo avanzado de la estación seca. Un hombre me llevó después a la pequeña llanura de Kinene donde nace el río del mismo nombre. Ha quedado asociada en mis recuerdos a un culebrón de dos largos metros que salió disparada de entre mis pies hace muchos años. Hay poca gente en el pueblo pero siempre hay quien se alegra mucho de verte sobre todo si cuando preguntan si se le conoce se puede decir quien es.
En la Kinene escuchamos al pájaro cantor en el mango al lado de casa a las 5 de la mañana. Pregunté el nombre:  kynema-nzunsu , un ave blanca y negra del tamaño de un mirlo. Tiró una piedra y salió del suelo para posarse en una acacia cercana.
En esos paseos por el pueblo siempre hay unos cuantos niños que te acompañan; se van quedando al alejarse de sus casas, pero vienen otros y así sucesivamente.  Siempre duele verles tan cariñosos y tan sumidos en la miseria.
Mañana se va el camión de madrugada y se llevará otra vez el pincho. A algunos os aburriré con mis historias, otros las esperan vivamente, a mi me ayuda escribir un poco cada día; es una manera de reflexionar y de dejaros sentir que no hago el viaje solo. Me siento acompañado por el interés de muchos. Entre todos vamos realizando cosas sencillas sí, pero cosas importantes. La más importante nuestra presencia entre ellos. Siempre vuelve la misma frase: “gracias porque no nos olvidáis”. 

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