Proyecto Kilela Balanda (República Democrática del Congo)

Este año nuestro proyecto, es la ejecución y puesta en marcha del Hospital de Kilela Balanda en la República Democrática del Congo, para ello necesitamos tu ayuda, únete a nosotros en esta iniciativa y haz feliz a unas personas que te necesitan. ¡Sé Solidario! Llámanos al teléfono +34987400466 o envíanos un e-mail a: bierzoayuda@movistar.es

viernes, 17 de diciembre de 2021

Una hermosa historia sobre cataratas

Manolo Martín nos relata su experiencia en esta hermosa historia sobre las cataratas, nuestro llamamiento nuevamente a todos nuestros socios para que puedan colaborar en erradicar este problema en Kilela Balanda.

Gracias.


Las Gallinas

Enriqueta era una anciana adorable, la conocí hace unos veinte años a poco de llegar yo al Bierzo, y fue tal el impacto que me causó que creo que mientras mis neuronas sigan funcionado medianamente bien no la olvidaré. Afable y simpática, pero a la vez firme y seria, con una sabiduría y autoridad que solo dan la vida y la tierra, más allá de lo que nos puedan dar la escuela, los libros y mucho menos Internet. 

En aquella primera consulta la examiné detenidamente de cabeza a pies y me quedé maravillado, con poco más de noventa años gozaba de una salud extraordinaria, solamente había una pega: dos tremendos nubarrones grises asomando en sus negros ojos. Cuando juntos exploramos su agudeza visual apenas conseguía identificar la segunda fila de letras gordas del optotipo, esa tabla que utilizamos para medirla, es decir aproximadamente un 20%.

Tratando de lograr la mayor empatía con ella, pues intuía que podía haber alguna resistencia, le expliqué en términos sencillos qué son las cataratas. Cómo esas pequeñas lentillas naturales que tenemos dentro de los ojos también envejecen y poco a poco, casi sin darnos cuenta, dejan de ser cristalinas y transparentes para volverse blancas y grisáceas como el pelo canoso.

Le explique igualmente que eso suele llevar a la ceguera y que tiene fácil solución con una sencilla operación que ni siquiera requiere ingreso en el hospital. Ella lo sabía de sobra y yo no andaba errado al intuir su resistencia, traté de persuadirla con todos mis recursos hasta que en un momento dado me paró en seco y me dijo: “Mire doctor, le agradezco mucho todo lo que me está explicando, pero yo lo único que necesito ver es a las gallinas para echarles de comer y para eso me basta y me sobra con lo que veo, así que no, no voy a ir al hospital”.

Me quedé medio frustrado, pero era clarísimo que Enriqueta tenía plena capacidad para tomar decisiones por sí misma y así quedó la cosa. Pasó casi un año hasta que volví a verla, no parecía la misma, cabizbaja, con rostro sufriente entró en la consulta acompañada de su hijo. “Buenos días Enriqueta, qué gusto verla, que me cuenta”, y en aquel momento dos lágrimas corrieron por sus mejillas “Que ya no veo las gallinas”.

Enriqueta se operó y volvió a corretear detrás de las gallinas, tanto que murió felizmente “con las botas puestas” año y medio después por un traumatismo craneoencefálico al caerse persiguiendo un pollo que se le escapaba.

En Kilela Balanda también hay gallinas, más bien pocas, y ancianas y ancianos, tampoco muchos, pero sí bastante más jóvenes, que necesitan ver esas gallinas y mucho más, que dentro de la penuria y miseria en la que viven pueden gozar de una gran cuota de felicidad recobrando la visión.

Gasto público o privado el costo de dicha intervención aquí está entre 800 y 2.000 euros, allí lo estamos consiguiendo por 50 dólares. Ver o no ver por ese precio no tiene discusión, en mi bolsillo está la posibilidad de lograrlo.

Manolo Martín

Médico de Familia