Como el camión
de Kafrigel no viaja regularmente entre Kilela y Likasi no ha habido posibilidad de enviaros noticias
desde la tierra de los Kaonde.
2 de mayo
Antes de
volver a Kilela estuve con Kafrigel en la casa Yamahaa en Lubumbashi negociando
el presupuesto que habían enviado a España para la bomba solar. Hemos quedado
en vernos de nuevo la semana próxima. De
momento ya lo rebajaron en 3000 dólares y
estaban abiertos a un nuevo precio. De todos modos esta mañana han venido
varios hombres, como en el mes de agosto, y ya hemos enterrado el tubo de 100
m para subir el agua al hospital; de paso hemos probado
la bomba de gasoil. Nos faltan
algunos accesorios para su instalación definitiva.
3 de mayo
Por la
mañana he estado en la escuela colocando
algunos mapas. El director me ha dicho que este año han llegado a tener 1019
alumnos en la escuela central, la cifra más alta alcanzada hasta ahora. Cada
dia es mas urgente la formación del profesorado.
Por la tarde
hemos colocado las nuevas bombillas en el hospital; la del pasillo exterior de la maternidad alumbra
todo el recinto. Una maravilla estas
bombillas de 12 voltios, que con solo 11 W de consumo son tan luminosas como
una de 75. Las próximas ya serán Leed y será más luz y menor consumo.
Queda tanto
camino por andar en todos los aspectos de la vida que algunas veces lo positivo se pierde entre
tantas deficiencias y carencias. Hay que aprender a mirar para ver lo positivo
de las cosas. La dureza de esta vida puede pesar demasiado fuerte en el primer
encuentro con ella. Es necesario saber mirar y fijar la atención en lo
importante. Hay que mirar con los ojos
del corazón para darle una oportunidad a la ternura.
4 de mayo
Esta tarde he
estado con las mujeres del hogar de formación. Es una satisfacción enorme encontrar 80 mujeres, la mayoría
jóvenes, trabajando con las maquinas de coser, tejiendo o haciendo ganchillo.
Son tantas que no cabían en la sala y estaban sentadas al exterior. A todas las
acompañan uno o dos niños, si no tres. En nuestra Europa eso ya es retrogrado;
aquí una bendición.
Son las
personas ideales para recibir una educación para la salud, tal
como hablé ayer con Christian. La
costura tiene su importancia porque todas están haciendo algo para sus niños,
pero es el pretexto para conseguir bastante más. Esta vez la realidad va más
lejos de lo soñado.
El personal
del hospital ha cobrado hoy el mes de abril y ya tiene el dinero para cobrar el
mes de mayo. Están muy satisfechos y agradecidos de nuestra ayuda, y hay que
añadir que ya estamos recogiendo algunos frutos.
5 de mayo
Hoy hemos tenido una cesárea. Han traído una
mujer muy joven de Mwabesa, 70
km , en una moto porque no podía dar a luz. Eran las
siete de la tarde y ya había anochecido cuando llegaron. Me fui al hospital y
allí estaba Christian al lado del
esterilizador colocado sobre un brasero de carbón esperando a que llegara a la
temperatura adecuada. Estaba tranquilo y seguro de si mismo. Entre tanto habían
encendido el grupo electrógeno y preparado la sala para operar. Me pareció
extraordinario ver todo el bloque quirúrgico iluminado en la noche.
Después de cenar volví para ver cómo iba las cosas y ya estaban terminando. Alguien le dijo que estaba fuera y mandó que pasara con la cámara. Quería unas imágenes. Ya habían cosido a la mujer y el bebé estaba envuelto en una tela esperando por su madre. Todo tan bonito. Hice las fotos desde la puerta y me fui muy emocionado. Me sentí parte de lo que estaba ocurriendo. Creo que los médicos sentís eso muchas veces. La madre y el niño estaban vivos. Aquel niño envuelto en la tela de colores era el premio de muchas preocupaciones y algunos sinsabores. Todo ha merecido la pena.
Después de cenar volví para ver cómo iba las cosas y ya estaban terminando. Alguien le dijo que estaba fuera y mandó que pasara con la cámara. Quería unas imágenes. Ya habían cosido a la mujer y el bebé estaba envuelto en una tela esperando por su madre. Todo tan bonito. Hice las fotos desde la puerta y me fui muy emocionado. Me sentí parte de lo que estaba ocurriendo. Creo que los médicos sentís eso muchas veces. La madre y el niño estaban vivos. Aquel niño envuelto en la tela de colores era el premio de muchas preocupaciones y algunos sinsabores. Todo ha merecido la pena.
9 de mayo
Ya en
Lubumbashi. Hoy me he tomado el día con calma.
He pasado por una papelería para preguntar los precios
de los cuadernos y los bolis. Resulta que los comercios de Kilela los venden a
más del doble del precio de lo que se
puede comprar aquí. Vamos a crear un economato escolar que funcione como la
farmacia del hospital: el dinero de la venta solo se podrá utilizar para volver a comprar material. Se
pondría en marcha al comienzo del próximo curso. Le doy tantas vueltas a la
miseria de los Kaonde. Las imágenes de los niños pequeñitos de dos o tres años
cuando se pasa en coche por los pueblos
de Ditengwa, Kamikolo y Ngalu no
se van de mi cabeza. No sé por qué, vistos desde el coche al pasar me parecen
lo más triste y débil de este mundo. A esa edad en la que todos los niños viven
y hacen vivir a sus cercanos los
momentos más deliciosos de su vida, estos no tienen nada más que miseria. Me resulta la más lacerante
de todas. Cuando están cerca, quizás sus caritas ablandan la imagen que
ofrecen; desde lejos, al pasar, son un grito contra la injusticia de este
mundo.
11 de mayo
Hace una
semana, en Kilela, parecía que el tiempo
no quería pasar. Ahora va muy deprisa y me dará justo para terminar todo lo
previsto.
La ciudad sigue cambiando muy deprisa. Hay muchos
pequeños detalles que denotan un cambio de dirección. Lo más visible son los
trabajos públicos que durante tantos años estuvieron ausentes de sus calles. Es
cierto que en el interior del país todo sigue igual, con el reloj parado. Cabe
la esperanza de que el progreso económico
se extienda a los servicios sociales en la zona rural, pero de eso
estamos todavía muy, muy, lejos.
Pero algo
cambia cuando nosotros cambiamos, y eso, aunque tímidamente, se deja ver en
Kilela. La atención sanitaria es más accesible para la población desde hace siete meses y ha aumentado la
frecuentación del hospital. Eso es fruto de nuestra decisión de implicarnos en
ello. El camino es largo pero nos hemos dado unos años para acompañarles y el
resultado se verá.
Tenemos buenos amigos que nos apoyan; las
relaciones entre la zona de salud y la Misión han mejorado; la gestión es totalmente
transparente y eficaz. Claro que faltan medios y un personal más cualificado,
pero llegaremos a todo, si no cejamos en el empeño. En todo esto la opinión más
fiable es la de la población que agradece nuestra presencia.
Es posible que
este sea el último mensaje de este viaje.
El martes es
el día de vuelta. Hace tres semanas lo veía tan alejado como ahora lo veo
demasiado cerca.
Buen día para
todos
Tino
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