Desde Lubumbashi
Martes 11 de septiembre
Hace calor,
mucho calor en Lubumbashi. Ayer por la noche ya hubo una pequeña tormenta. Se diría que la
estación de lluvias este año tiene prisa en llegar. Sería una bendición para
tantas personas que ya desde hace un mes están preparando sus campos,
trabajando una tierra dura y reseca después de cinco meses y medio sin haber
visto caer una sola gota de agua. El cielo está plomizo y una densa canícula
cubre una extensa área de la provincia de Katanga.
Estoy otra vez
en Lubumbashi. Todavía no hace cuatro meses que me fui y heme aquí de nuevo a
vueltas con el hospital, el agua, las escuelas y sobre todo el internado de
chicos que está siendo rehabilitado a marchas forzadas para poder reabrirlo,
después de un paréntesis de 18 años, el próximo mes de octubre. Durante el
viaje me costaba hacerme a la idea de que estaba volviendo a Kilela.
Los
aeropuertos facilitan la aclimatación
mental. El de Addis Abeba, siempre tan
pintoresco por la variedad de personas y culturas que lo cruzan, estaba casi al
límite del colapso. Éramos tantas personas que yo admiraba la tranquila manera de hacer
de aquellos operarios que, sin megafonía, nos iban canalizando a todos hacia las
puertas de embarque para todos los destinos de África.
El de
Lubumbashi tan destartalado como siempre con unas obras que ni avanzan ni están
paradas pero que no terminan nunca. En la zona de carga siempre hay
aviones sin identificación alguna. A uno le gustaría saber qué llevan y
qué traen; me hacen pensar en los de la película-reportaje La Pesadilla de Darwin que cargaban la Perca del Nilo, para
abastecer nuestras pescaderías, en el aeropuerto de Mwanza en Tanzania , pero
nunca se sabía con qué llegaban, porque eran armas para los diferentes
conflictos del África de hace diez años.
Me ha
ocurrido lo que más he temido siempre al
llegar al aeropuerto: que nadie me esperara para sacarme de aquel laberinto. Se
habían olvidado de ir a buscarme. No es un gran signo de amor pero después de todo fue más fácil y rápido que
nunca hacer los trámites, recoger el equipaje y salir. Hay ángeles inesperados
que nos libran de nuestros miedos sin que nos demos cuenta. En ningún viaje anterior
había estado tan poco tiempo dentro de la sala de recogida de maletas.
Hoy es
martes, son las 18,20 y ya es casi de noche. El sol
ha desaparecido pronto tras la canícula, y el aire, en contra de lo habitual,
todavía no refresca. Habíamos previsto ir para Kilela mañana miércoles pero
será el jueves. El Dr. Swana ha conseguido una entrevista con el Dr. Provincial
de la Salud. El objetivo es estudiar la
posibilidad de hacer llegar, con exoneración de las tasas de aduana, una
bomba solar capaz de alimentar todas las cisternas que vamos instalando en
Kilela, y los paneles solares necesarios. Eso supondría reducir el coste de 13.500 $ que
nos cuesta aquí, a 4.500 $ que costaría comprarla en Europa y enviarla, todos
los gastos incluidos. Sigue vivo el empeño de colocarla, y más ahora que un grupo de personas se ha implicado en Suiza
con en este proyecto. Una de ellas es socia de Bierzo Ayuda.
Me
acompañará a la entrevista el Dr.
Laurent Mwansa del BDOM. Nuestro amigo Swana ha hecho las gestiones por
teléfono desde su trabajo en Fungurume. Le veré los tres o cuatro días que estaré
en Lubumbashi justo antes de regresar a Ponferrada, ya que esa semana estará de vacaciones.
El tema del
agua volverá a estar presente este año como lo estuvo durante la estancia aquí
con Magda el año pasado. Ahora no serán fuentes y lavaderos sino la excavación
manual de pozos de agua para desterrar puntos de abastecimientos tan infectos como el de
Kamikolo. Esto requiere todo un programa
de concientización del que hablaremos mañana con Laurent después de la
entrevista.
Para quienes
les conocéis, Kafrigel os saluda a todos (ha adelgazado un poco); Marco saluda
al Dr. Manolo, Christophe a Arancha y Ángeles. Carlos Comendador también os
saluda. Todos ellos nos han hecho los viajes lo más cómodo posible en este
lugar y os recuerdan con cariño. Christophe me dijo” Ya ves que sigo con
problemas en mis rodillas”; efectivamente sigue con un poco de dificultad para
caminar.
Esta mañana
haciendo compras hemos mirado el precio de los paneles solares. Quería comprar
dos, uno para el internado de las niñas y otro para el hospital, pero he
sentido una rabia enorme al constatar una vez más que son tres veces más caros
que en España y no los he comprado. Kafrigel me ha dicho que los puede traer de
Dar es Salam tres veces más baratos que aquí. Lo siento porque quería dejarlos
instalados y no podrá ser. Sí hemos
comprado la nueva cisterna para el hospital y los accesorios para colocarla,
además de otras cuantas cosas y provisiones.
Voy a vivir
aislado muchos días en Kilela. Ya intentaré contaros algo siempre que el camión
de Kafrigel vaya a Likasi para transportar arena y cemento. En la Procura no hay vehículo
disponible por lo que me iré con Kafrigel. Él estará allí dos días y vuelve para ir a Dar
es Salam a comprar plaqueta para el suelo del internado y cristales. Se va en
avión y vuelve con un amigo que va a traer un camión y aprovechan
para llenarlo de materiales de construcción porque allí valen tres veces menos.
Dice que se va por una semana, pero creo
que ya no lo veré más en Kilela. El viaje de vuelta desde Dar es Salam dura
tres días. Le pedí que me buscara un
vehículo de alquiler porque quiero visitar las escuelas de la zona de
Shamalenge para ver su situación.
Entonces me
ha dicho que va a dejar su 4X4 en Kilela con el chófer para que visite todos
los pueblos que desee. Como se va a Tanzania no lo necesita en Lubumbashi.
Volverá de Kilela a Lubumbashi en su camión. En principio no he querido
aceptarlo; me ha preguntado por qué y le he contestado que me siento mal
aceptándolo, y él me ha dicho que me sienta bien porque lo va a dejar en Kilela
y que mañana tengo que comprar un bidón de 200 litros de gasolina
para llevarlo en el camión y así disponer de combustible. Hace tiempo que le
conozco y aprecio su honradez y otras buenas cosas en él , pero
esto nunca se me había pasado por la cabeza que podría ocurrir. África es una
escuela de vida.
Miércoles, 12
de septiembre
Ha vuelto el
viento del Este, la temperatura se ha relajado y el cielo está limpio. Mucho
mejor que el bochorno de ayer.
A las 9 de la
mañana nos recibió el Dr. Sompwe Mukomena en la dirección provincial de la
salud y todo parece indicar que será posible enviar los paneles y la bomba
solar sin tener que pagar los derechos de aduana.
Nos ha
hablado de un proyecto del Banco Mundial de mejora de las capacidades de varias
zonas de salud entre las que se encuentra la de Kilela Balanda. Veremos en qué se concreta todo eso y qué aporta de nuevo para la sanidad de la zona.
Con Laurent
hemos hablado largamente sobre las dificultades que ha habido para encontrar un
médico para Kilela. Allí está desde hace un mes en la esperanza de que
encuentre motivación suficiente para quedarse. Laurent irá a Kilela el martes
próximo y así podremos ver juntos cómo abordar la formación del personal
sanitario. El nuevo médico ya le ha dicho que la formación del personal es muy
deficiente y él va a establecer un programa de formación para todos ellos in
situ. Es una buena decisión. El enfermero que se está formando como técnico de
Laboratorio en Likasi termina el día 28 de este mes.
Mañana jueves
nos vamos de Lubumbashi antes de amanecer para aprovechar el fresco de la
mañana y estar antes del mediodía en Kilela. Espero poder seguir manteniendo el
contacto con todos vosotros.
Tino
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